Lunes, 18 de junio de 2007
Ha ocurrido varias veces que la prensa nacional e internacional no repara en declaraciones verdaderamente impresionantes de Hugo Chávez. Algunos le echan la culpa a los periodistas, que muchas veces carecen de criterio, pero siendo un poco más comprensivo con los que, como yo, ejercen esta difícil profesión, pienso que hay una mejor manera de articularlo: en los largos discursos de Chávez ese tipo de declaraciones son tan frecuentes que algunas inevitablemente se escurren por las grietas antes de incorporarse al discurso mediático. Además, como esos borrachos que macerados en alcohol han perdido la capacidad de embriagarse, muchos de nosotros hemos perdido la capacidad de asombro con las balandronadas del presidente. Lo común deja de ser noticia.
¿A qué viene esta reflexión? A que en un mitin del pasado 2 de junio Chávez proclamó “grandes mentiras” conceptos fundamentales de la Constitución como la separación de poderes, la alternabilidad y la representación como fundamento de la democracia. Esta declaración no es una revelación, porque desde su advenimiento en 1998 Chávez ha hecho un esfuerzo sistemático, y en gran parte exitoso, por eliminar los contrapesos esenciales para cualquier democracia. Pero, así y todo, el carácter explícito de esta declaración merecía al menos una reseña. Después de todo, Chávez fue el que en 1999 centró su proyecto político en esa Constituyente que luego consagró como “principios fundamentales” en una nueva Carta Magna esos conceptos que él ahora califica como grandes mentiras.