Viernes, 22 de abril de 2011
Mario Vargas Llosa y Julio Cotler ya se pronunciaron a favor de Ollanta Humala. Gustavo Gorriti, uno de lo mejores periodistas del Perú (y Latinoamérica), también lo hizo. Es probable que Fernando de Szyszlo y Javier Pérez de Cuellar pronto hagan lo mismo. ¿Por qué lo mejor que tiene el Perú se está inclinando por el ex militar nacionalista? ¿Qué ven estos ilustres que nosotros no?
A los venezolanos nos cuesta no ver el dilema peruano a través del prisma de Hugo Chávez. Y eso no está mal, porque la comparación aguza un poco nuestra imaginación, sin la cual es difícil hacer predicciones sobre el futuro.
El problema es que no estamos utilizando bien a Chávez.
Cuando vemos a Humala y sus esfuerzos por arrimarse hacia el centro, vemos a Chávez el 98 y pensamos que el ex golpista peruano, como el venezolano, puede estar engañando a los peruanos. Que, una vez en el poder, va a demoler las instituciones republicanas y hacer añicos la economía.
Pero hay otra manera de verlo.
Imaginemos que Chávez cae por un escándalo de corrupción. Imaginemos que lo enjuician y lo condenan a más de veinte años de prisión por corrupción y violaciones a los derechos humanos. Imaginemos que diez años después su hija se lanza a la presidencia. Imaginemos que en la campaña dice una y otra vez que el gobierno de Chávez “es el mejor que ha tenido Venezuela.” Imaginemos a la heredera de Chávez rodeada en su campaña de viejos rostros del chavismo como Rodríguez Chacín, Ramírez, quizá Tarek El Aissami o Tomás Vásquez -personas que sabemos que, si retornan al poder, son capaces de actuar como gángsteres, cleptómanos y criminales.
¿Preferiría usted a un candidato como Humala?
Imaginemos que nos jura que no va a indultar a Chávez, a pesar de que la única razón por la cual tiene oportunidad de volver al poder es por la nostalgia que mucha gente tiene por el chavismo; a pesar de que en sus mítines se oyen siempre gritos que dicen “¡Sí volveremos! ¡Sí volveremos!”; a pesar de que una victoria suya sería una reinvindicación del gobierno de su padre.
¿Usted le creería?
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